Soy una víctima de violencia machista.
He de confesar que en mi más tierna infancia sufri el calvario de la violencia de género en primera persona.
Mis recuerdos de aquella época, que supuestamente debía ser la más feliz de mi vida son los de mi padre insultando y pegando a mi madre.
Como muchas niñas yo me hacia preguntas.
Porque te pega?
Porque te insulta?
Porque te humilla?
Como podéis imaginar esa experiencia me transformó en la mujer que hoy soy y dejó marcas profundas y dolorosas en mi que aún hoy son difíciles de sanar.
Ser fuerte siempre formó parte mi carácter como consecuencia de lo que enfrenté.
Crecer de prisa y aprender el sentido de las lágrimas de mi madre cuando a solas en la noche la escuchaba sollozar.
Recuerdo interponerme en medio de las peleas y pedirle a mi padre por favor que parará, que no dañará a mi madre. Los cristales rotos, los golpes en las paredes , los gritos y el llanto fueron la musica de fondo de mi infancia. El amor que sentia por mi padre desapareció pasando a ser alguien a quien temia, y que con solo su llegada a casa mi pequeño corazón se llenaba de aflicción.
Hoy en día soy yo la madre, la mujer que ahora mira a mi hija y preocupada pienso en su futuro.
Pienso en las asustadoras estadísticas del aumento de la violencia machista en las nuevas generaciones, algo que pensé era cosa del pasado vuelve a estar presente en nuestra sociedad actual.
Es difícil como víctima no indignarse y frivolizar con este tema, incluso es difícil mantener la calma y evitar que unas pequeñas lágrimas se azomen a mis ojos cuando hablo del asunto.
Las mujeres somos el motor de la vida humana y me cuesta creer el papel que en nuestra sociedad machista y veladamente patriarcal estamos aún ocupando, se necesita un cambio real, de aquellos que comienzan en los cimientos de la misma.
Las cifras de violencia, Abuso verbal, violaciones y acoso sexual no paran de crecer año tras año, ante la mirada indiferente de millones personas más preocupadas con su día a día.
Hasta que la desgracia no entra en sus hogares no se preocupan por un problema tan latente. No debemos olvidar porque estamos aquí, y que todos formamos parte de un mismo rompecabezas es nuestra responsabilidad luchar por un mundo mejor donde nuestras hijas sean valoradas.
Soy una superviviente de violencia de genero y estoy Aquí.
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