La historia de Ana.
- Karina Zulueta
- 4 feb 2019
- 3 Min. de lectura
Llegaba del trabajo cansada, había conseguido cambiar mi turno para volver a casa cuanto antes para estar con ellos, mi pequeña bebé y mi amado esposo.
La felicidad me embargan y a pesar del cansancio mi corazón daba saltos de alegría a medida que me acercaba a nuestro hogar.
Al abrir la puerta escuché el llanto desesperado de la niña, alarmada avancé por el pasillo hasta la habitación.
Allí estaba él.
la imagen dantesca, el horror sin límites me paralizó .
El hombre que amaba, el padre de mi hija estaba sobre la cama de espaldas.
El pequeño cuerpo de mi bebé se encontraba debajo de su corpulento tórax. Podía ver el movimiento de sus caderas adelante y hacia atrás penetrando en ella mientras la pequeña daba gritos de dolor.
Las lagrimas saltaron de mis ojos, y mi corazón se paralizó.
Toda mi vida pasó en un segundo ante mis ojos, todos mis sueños, la hermosa familia que creía mía en un instante se esfumó.
No consegui articular una palabra , no le interrumpi .
Caminé hasta la cocina en silencio como un autómata mientras las lágrimas inundaban mi rostro .
Abrí un cajón de la cocina y allí estaba un gran cuchillo, el más afilado que usaba habitualmente para cortar la carne, lo tomé en mis manos sin vacilar .
Había un cerdo asqueroso para destripar!!!!
Volví a la habitación, me acerqué lentamente por detrás, los gritos de mi hija continuaban, la sangre fresca mojaba la sábanas y su pequeño cuerpo comenzaba a convulcionar.
No lo pensé dos veces, puñalada tras puñaladas la rabia ciega tomó cuenta de mi. Mientras mi marido, aquel infeliz sin entrañas, gritaba, intentando protegerse, suplicando por su vida.
Retrocediendo mal herido hasta un rincón de la estancia.
No me detuve, las fuerzas no me abandonaban, poseída por el diablo en el frenesí de la venganza, mismo cuando cuerpo inmóvil yacia sin vida yo no paraba. Cada puñalada era un sueño roto, cada puñalada era una promesa , cada puñalada una herida en mi alma.
Los años juntos, el deseo, la pasión, todo aquello que nos unió desapareció, nunca había conocido realmente a ese cabrón.
Volví la vista a la cama, mi pequeña continuaba en ella llorando ensangrentada , me acerqué temblando y la tome mis brazos su pequeño cuerpo lacerado apenas se movía.
Cogí el teléfono en mis manos totalmente ensangrentadas y llame a las emergencias.
En poco minutos la ambulancia llegó.
Los paramédicos entraron por la puerta del apartamento corriendo, con mis pequeña en brazos les pedí ayuda desesperada.
He matado a ese cerdo asqueroso,dije señalando el cuerpo sin vida que el charco de sangre estaba, abusaba de nuestra hija. Grité llorando para después quedarme en un silencio catarónico.
Horas más tarde esposada ya en comisaría los interrogarios comenzaron.
Porque lo hiciste , preguntó el agente inspector de homicidios.
Le miré con tristeza mientras un fino hilo de voz salió de mi garganta y sollozando contesté entre lágrimas.
Ese maldito fue capaz de hacerle eso a nuestra hija, nuestra pequeña que lleva su sangre, Yo no lo entiendo, si tuviera la oportunidad de matarlo de nuevo lo haría, cada una de las puñalada que le di las merecía.
El informe policial concluyó.
Varón de 35 años de edad, asesinado a puñaladas , 25 en total, con graves heridas en el tórax y múltiples laceraciones , el pene mutilado y cortado en pedazos por un arma blanca.
Pasaré el resto de mi vida en prisión eso ya lo sé .
Al menos conseguí salvar a mi dulce niña, mi inocente princesa.
Ese monstruo que ensució su inocencia y la puso en las puertas de la muerte no verá nunca más un amanecer y se pudrirá en el infierno su alma.
Estoy en paz y ahora sólo me resta aceptar mi destino con resignación.
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