Las botas primero
- Karina Zulueta
- 4 feb 2019
- 3 Min. de lectura
Llegamos a los establos temprano en la madrugada, el olor del rocio de la mañana aún podía sentirse en el aire el aroma a tierra mojada. Una especie fina niebla cubría el prado y en el horizonte los tímidos rayos de sol comenzaban a despuntar.
Tú mirabas mi culo mientras ensillaba mi caballo favorito, bajaste la mirada por mis piernas hasta mis botas de montar de cuero negras con espuelas de acero brillante a la altura de los tobillos, su olor embriagador nublaba tus sentidos .Observé satisfecha con el rabo del ojo como te sonrojaste y el abultado paquete en tus pantalones delataron tu excitación.
Finalmente salimos al campo a cabalgar a trote ligero.
Yo iba delante y tú me seguías sin apartar los ojos de mis nalgas. Mientras galopaba por el campo sentía el roce de la silla de montar en mi vagina y el rebote constante estimulaba mi clítoris, un pensamiento rápido cruzó mi mente, miré atrás y con una señal te indique la arboleda unos metros adelante en el camino . Me, dirigí a ella acelerando el paso, tú me seguiste intentando darme alcance.
Me detuve entre los árboles y con un gesto de mi mano comprendiste de inmediato y desmontaste.
mientras yo abria mi blusa blanca, me quite el sujetador y mis pechos duros de pezones sonrojados quedaron al aire.
Tus ojos brillaron de deseos avanzaste hacia mi mordiéndote los labios
Extendiste tus manos para ayudarme a bajar y me levantaste en vilo para luego dejarme en el suelo.
Mis pechos rozaron tu torso y nos besamos.
- Quítate la ropa ahora, quiero verte. Susurro a tu oído.
ya desnudo frente a mi te observo ,sonrio maliciosa tocando tu sexo con mis manos aún enfundadas en los guantes de cuero, acaricio una y otra vez tu pene, tu respiración se acelera y resoplas cual animal en celo.
Casi a punto del orgasmo me detengo.
- No terminarás tan rápido, no es lo que yo quiero , ponte de rodillas mi pequeño cachorro.
Te agachas lentamente sin apartar la vista de mi .
Con mis botas relucientes rozó la punta de tu glande y con las espuelas arraño ligeramente tu sexo.
Levantas la cabeza mirándome jadeante en tono de suplica, pides permiso para masturbarte. Pasas la lengua suavemente por la piel de mi bota y su peculiar aroma aumenta tu excitación.
Alzando la suela y con la fusta te indique el sitio exacto
- Eres mi cachorro y esto es lo único que puedes esperar de tu dueña, correte en mi suela.
yo sonrió divertida, seductora mientras te masturbas frenéticamente.
- Me da permiso, señora?
- Si te lo doy mi dulce cachorro.
Estallan en gemidos y tu semen se expande por mi suela.
Río a carcajadas sonoras mientras con mis guantes acaricio tu rostro.
- Ahora mi querido, me toca a mí,
bajo mi pantalón hasta la altura de las rodillas y dejó ni sexo al descubierto, estoy mojada y preparada,
- Tù sabes lo que tienes que hacer.
Acercas tu a mi clítoris y pasas tu lengua despacio, lames mis labios hinchados y carnosos.
Te inclinas sobre la hierba mojada para que yo pueda sentarme a horcajadas sobre tu rostro, me muevo lentamente y me penetra tu lengua , agarró mis pechos con fuerza gritando de placer mientras tu boca se inunda de mi esperma.
Al acabar volvemos a vestirnos, nos miramos sonriendo y nos abrazamos.
Finalmente amanece y nos alejamos nuevamente cabalgando.
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